Antes, solía salir a correr por las afueras, y digo solía porque cada día que iba y veía un coche aparcado o algún hombre parado y yo me veía sola corriendo entre los arboles, mi corazón empezaba a latir rápido y mis pasos se aceleraban, imaginándome lo que podía pasar. Hasta que empecé a no ir más porque en lugar de disfrutar lo pasaba cada vez peor, el miedo me invadió. Pensaréis que soy una exagerada, pero eso mismo es lo que le ha pasado a Laura: salió a correr, sin saber que ya nunca más regresaría a casa, y eso no lo decidiría ella sino que alguien despreciable lo dispuso por ella.
Entretots
Por Laura, por su familia y por todas nosotras. Ojalá llegue un día en que la palabra miedo no exista.