Yo me enamoré locamente de París con 22 años, camino de Londres a Madrid; de eso hace 53 años, y sigo tan enamorado como el primer día. Allí viví 36 años. La tragedia de Notre Dame me ha llenado el corazón de amargura y desolación, y como ya me ha pasado con el horror de Manhattan en 2001, en este momento tengo la impresión de que nunca jamás podré volver a París, porque la visión de Notre Dame destruida, o en obras (no me queda tiempo para verla reconstruida) me resultaría insoportable.
Entretots
Ma vie, ou ce qu'il en reste, ne sera plus jamais pareil.