Perplejo me he quedado con el discurso del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y su decisión de mantenerse en el cargo, tras los cinco días en los que nos ha tenido en vilo, en un acto inédito en todo un presidente del Gobierno. Y mi primera pregunta, indefectiblemente, es: ¿todo para esto?

La pregunta que debería hacerse nuestro presidente es si su actuación va a servir para cambiar algo o si va a beneficiar en algo al ciudadano medio. En su discurso se dedicó a señalar a los que considera que son antidemócratas.

No sé si eso va a rebajar la polarización o, por el contrario, va a hacer que aumente. A mí, personalmente, su discurso me parece de confrontación, nada que ver con la concordia y la convivencia que él predica. Y estoy de acuerdo en lo de los bulos y los ataques personales. Pero creo (y me remito a la hemeroteca) que nuestro presidente debería también aplicarse el cuento.

Aquí hemos llegado al punto de demonizar al que discrepa de uno, sea de izquierdas o de derechas, y eso desde luego que no es ejemplo para la convivencia. Señor presidente, creo que su actuación ha sido un acto en vano que no va a servir a los ciudadanos y va a provocar más desafecto (aún más) en los ciudadanos respecto a la política y sus políticos.