Una de las últimas veces que estuve en la playa en Barcelona tuve que discutir con unos quinceañeros que colocaban sus toallas sin respetar las distancias y que, aparte de contestar mal, no se movieron. Ese día la Policía brillaba por su ausencia y hasta la garita que suele estar abierta en esa playa estaba cerrada.
Entretots
A pesar de que el personal de vigilancia de playas vino para advertirles, esto no sirvió de nada y hubiera sido de gran ayuda la presencia policial en ese instante. Incluso los vigilantes comentaron que, si se les llama, tardan mucho en venir.
Ayer, además, en el Bogatell presencié algo inaudito. La Policía local estaba patrullando y en lugar de preocuparse por si se guarda la distancia de seguridad recomendada o si hay gente saltando desde el espigón (actividad prohibida según se anuncia por megafonía), se paraban a confiscar latas de un vendedor ambulante y a reprender a los bañistas que fumaban algo más que cigarrillos en público.
En la coyuntura actual es importante que la Policía mantenga el orden público, pero es mucho más importante que vele por el respeto la distancia de dos metros requerida y por que no se salte desde las rocas para que todos estemos más seguros y se eviten daños personales.