La reforma fiscal de Trump nos vuelve a recordar lo que ya sabíamos: el poder es de los ricos. El sistema capitalista tiene como base la injusticia. Las clases dominantes lo son por sus inmensas riquezas. Para paliar las desigualdades, nacieron los impuestos, cuya finalidad era redistribuir la renta. Los 30 años que siguieron a la segunda guerra mundial son el ejemplo de cómo la redistribución de la riqueza puede beneficiar a todos, especialmente a las personas con menos recursos. Así nació el Estado del Bienestar. Keynes fue su gran valedor.
Entretots
Pero, a partir del mandato de Ronald Reagan, esta situación empezó a invertirse. La gran bajada de impuestos a los más poderosos hizo que el bienestar general empezara a reducirse. Si a esto añadimos la caída de la URSS, el poder negociador de los sindicatos empezó a declinar rápidamente. La consecuencia inmediata fue el empobrecimiento de gran parte de la población mundial. Y en esas estamos ahora.
La realidad es la que es: los ricos son cada vez más ricos y los pobres, cada vez más pobres.