Quien mejor ha explicado la corrupción política en España ha sido Jordi Pujol cuando dijo, en el Parlament (26/9/14), que bastaría "mover una rama para que caigan todos los nidos del árbol". Arguyó que su conducta al respecto, fue una acción concertada con mucha gente y muy importante: unos pagaban, como inversión necesaria para consolidar la maquinaria de la Administración catalana y otros, sabiéndolo, consentían como coste asumible para la gobernabilidad del Estado.
Entretots
Desde esta perspectiva, la corrupción puede ser graduada, degradada, relativizada e incluso conveniente, si la entendemos como desviarse de lo correcto para que, a pesar de todo, la cosa pública y los negocios privados concierten sus conveniencias y ambos salgan adelante de forma ágil, también puede servir para superar las dificultades sobrevenidas y no previstas para la consecución del objetivo público/privado pretendido, o puede facilitar la llegada de nuevos socios si la oportunidad lo demanda.
Servidumbres de la política y los negocios, que en realidad hacen que la corrupción sea considerada mala solo cuando sirve para alcanzar objetivos absolutamente ajenos al servicio público o a la empresa, esto es, en interés personal de los implicados. Pero entonces aparece la sacrosanta propiedad privada, la gran excusa, imprescindible para que todo el sistema funcione; nadie devolverá lo que ya es suyo.