Acabo de leer que la Fiscalía recurre la absolución de Alves. Básicamente, argumenta que la sentencia es arbitraría y que el tribunal de apelación ha realizado una valoración irracional de las pruebas. Hace muy poco, cuando leí los argumentos del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) exculpando a Alves, opiné exactamente lo contrario: me pareció una sentencia absolutamente racional.

Desde mi punto de vista, los miembros del TSJC -un varón y tres mujeres-, al estudiar de manera rigurosa los vídeos existentes y el ADN del acusado hallado en la boca de la presunta víctima, pudieron advertir dos hechos que, para mí, son esenciales para entender lo que ocurrió en Sutton aquella noche.

Primero, que la relación entre ambos fue absolutamente amigable antes de lo que sucedió dentro de aquel lavabo. Y segundo, que la chica en cuestión se dirigió, ella sola y libremente, al mencionado aseo.

Yo no soy jurista, pero cuando veo que en el edificio al lado de mi casa montan un andamio, deduzco que van a rehabilitar la fachada. Es decir, hay actos que permiten deducir lo que sucede después. Ya sé que los actos previos no constituyen una ciencia exacta, pero, en general, permiten inferir lo que ocurre a continuación.