Elogio a la locura

Hoy un cliente le ha dicho a su psicólogo que está un poco loco. Quizás tenga razón. Posiblemente no haya sido el primero en decírselo.

Ya de muy jovencito le tildaron de loco por perseguir su sueño de trabajar en las montañas en vez de en una fábrica. Enloqueció cuando decidió que no quería ser ni abogado ni médico y que prefería ser un 'triste psicólogo'. Le llamaron loco cuando decidió dejar un trabajo en un hospital para ir a conocer gente en diferentes partes del mundo y seguir explorando y aprendiendo.

Recientemente le volvieron a señalar como a un loco cuando se fue a vivir al Pirineo. Fue un loco temerario por querer escribir un libro y pretender vivir de ello. Le llamaron loco por trabajar con un ipad en medio de un prado y por llevarse a sus clientes a andar y esquiar por las montañas.

Parece ser que no ha cambiado mucho. Sigue siendo un loco capaz de cambiar su agenda para disfrutar de un día soleado en compañía de su pareja. Quizás sea un loco por creer y defender que su familia es igual de importante que su trabajo y que no quiere dejar de ver como crece su hija. Está loco por querer a su mujer y querer seguir queriéndola cada día en una elección libre basada en lo que han vivido, en lo que están viviendo y en lo que quieren seguir viviendo.

Le llaman loco por preferir un picnic al sol a un restaurante exclusivo, por tener el valor de perseguir sus sueños, por no ajustarse a unos esquemas de vida estándares, por ser coherente con sus prioridades, por pensar, por no huir de sus miedos, de sus muchos miedos y por plantarles cara y superarlos.

Sigue siendo un loco, uno de los peores, de aquellos son capaces de alejarse de las personas tóxicas que nos amargan la existencia, que nos manipulan y que acaban provocando que explotemos con las personas que más queremos. Es un loco de aquellos que tienen inquietudes, que se formulan preguntas, que se ilusiona por lo que hacen, que se siente vivo, que disfruta de cada día de su vida y que cuando deja de disfrutar se plantea preguntas y toma decisiones.

Como buen loco a veces duda de si el loco es él o de si lo son los demás. Yo no sé si la locura está en vivir o en renunciar a la vida. ¿Quién es el loco? ¿Qué es normal?

Hace poco le preguntaron el motivo por el que hacía semejantes locuras. Quizás sea difícil de entender para una persona cuerda; pero con cada locura que comete siente una intensa emoción, una ilusión embriagadora, una energía sin igual... Con cada locura, querido lector, me siento vivo.

¿Y si cambias lo que es normal por lo que es bueno para ti? ¿Y si cambias lo que se espera de ti por lo que te resulta estimulante? ¿Y si cambias lo que necesitas por lo que quieres? ¿Y si cambias la rutina por la vida?

¿Cuándo fue tu última locura? ¿Cuál fue la última locura que cometiste? Haz una locura al día, o más de una, no lo dudes, pero ten en cuenta que no vale cualquier locura. Mis locuras son razonadas. La mía es una locura cuerda, planificada e intencionada. Mi locura buscada es una locura sana y espontánea que me permite disfrutar de las pequeñas cosas sin hacer daño a nadie.

Mi locura se rige por unas prioridades, por unos valores y por unas decisiones que nacen en mí y que posteriormente contextualizo. Mi locura nace de la atención a mis necesidades siendo la primera de ellas la de sentirme vivo. Mi locura me protege de la cordura, de la rutina, del modo stand by y de la inercia del sobrevivir sin pensar, sin sentir, sin amar.

Para la psicología la locura hace mucho tiempo que dejo de existir... Resulta irónico que un psicólogo lo intente recuperar... Quizás esta apología a la locura, en realidad sea una apología al sentido común, una apología a la vida.

No lo dudes. Vive intensamente. Haz una locura cada día. Disfruta. Incorpora el espíritu aventurero en tu vida. Descubre, siente y experimenta. Tienes mucho por descubrir y solo una vida para conseguirlo.