Actitudes machistas insultantes que sonrojaría a cualquier cuñado al uso; compra de testigos para ocultar su consumo de lúbricas desvergüenzas; presidente de una nación que garantiza con su proverbial capacidad militar el orden del capitalismo extractivo reinante; lejía inyectada contra la covid-19; muros sobre las dunas del sur; aislamiento de niños para atemorizar a sus padres; golpe de Estado carnavalesco contra los resultados contrastados de unas elecciones democráticas…

Y puede volver a hacerlo. Tiene de su parte algo más que la buena suerte contrastada, sus donantes están prestos a abrir la bolsa, no le hacen falta argumentos políticos (motivaciones), ni programas electorales (capacidades), es todo cuestión de intereses previos absolutamente egoístas y de obviar la desigualdad del mercado.

El atentado que evidencia su vulnerabilidad personal puede acelerar el proceso o paralizarlo, el trauma es siempre muy íntimo y sostenido en el tiempo. Nos queda desear fortuna para nosotros, esto es que los norteamericanos sepan elegir en democracia, y para él mucha fuerza de superación, por supuesto. No podemos renunciar a nuestra humanidad, ni a la suya.