Acabo de terminar de leer la tragedia de Shakespeare 'Antonio y Cleopatra'. De hecho he matado dos pájaros de un tiro. En primer lugar, por la enorme calidad de la obra y, en segundo lugar, porque la he leído en catalán. Si las lecturas de Shakespeare precisan de una gran atención, el hecho de leerla en catalán me ha obligado a redoblarla. La lectura es un placer en sí mismo. Pero, si se leen obras maestras, la satisfacción al acabar el libro nos deja un poso de paz, muy necesario en estos tiempos del coronavirus. Además, si la traducción es de Salvador Oliva, la calidad del conjunto es, sin duda, excelente.
Entretots