El reciente derrumbe del puente de Vigo y el de Génova podría servirnos como metáfora de lo que está pasando con los puentes diplomáticos rotos o deteriorados entre diferentes naciones.
Entretots
No deja de ser paradójico que en un mundo cada vez más cercano y global se encuentren, a su vez, tan deterioradas las relaciones entre buena parte de los diferentes países del mundo.
No es momento de que caigan los puentes, sino de levantarlos. El mundo es menos habitable y más peligroso sin puentes que nos comuniquen, que nos hermanen, que nos acerquen para compartir, para intercambiar, para crecer juntos, para, al fin y al cabo, convivir en paz y armonía.
La relaciones, como los puentes, para que sean duraderas y seguras, deben tener bases sólidas basadas en la confianza y en la seguridad de las partes.
Y, su estructura, además de estar bien estudiada y diseñada, requiere ser observada y cuidada con mimo, respeto y consideración. Pues, de lo contrario, el mundo también puede derrumbarse como los puentes que nos ocupan y precipitarse al vacío.