La brecha económica entre ricos y pobres tiene su correlato en el hábito alimentario. Los niños de clase socioeconómica más baja realizan menos actividades extraescolares de ocio, con tendencia a llevar una vida sedentaria con prolongada exposición a la televisión y entretenimiento con videojuegos o móviles.
Entretots
Están sometidos a un incesante bombardeo de anuncios de alimentos y bebidas azucaradas, se les incita al consumo de bollería industrial y ultraprocesados, que se traducen en tasas de sobrepeso y obesidad infantil. Las desigualdades socioeconómicas pasan factura a la salud de los menores vulnerables.
No suelen respetarse los horarios de protección infantil. Se ofrece riesgosa publicidad obesogénica. El problema es grave. Puede llegar a adquirir cotas de auténtica pandemia con la deriva de patologías crónicas e incluso muertes prematuras. Proteger a los menores constituye un compromiso social y político prioritario.