Caminar por nuestras calles y encontrar cada vez más negocios cerrados debería preocuparnos a todos. El pequeño comercio, ese que da vida a los barrios, que ofrece un trato cercano y personalizado, está desapareciendo a un ritmo alarmante, arrasado por la competencia de las grandes plataformas de comercio online.
Entretots
La pandemia aceleró esta tendencia, pero no la creó. Estas plataformas operan con ventajas fiscales y logísticas inalcanzables para el pequeño empresario, lo que las convierte en competidores desleales. A esto se suma un cambio en los hábitos de consumo: la inmediatez y los precios bajos prevalecen sobre la calidad, la sostenibilidad y el trato personalizado.
Las administraciones públicas deben actuar con urgencia. Necesitamos políticas que reduzcan la carga fiscal del pequeño comercio, incentiven su digitalización y limiten el abuso de poder de las grandes plataformas. Por nuestra parte, los consumidores también tenemos responsabilidad: elegir conscientemente dónde compramos puede marcar la diferencia entre mantener vivo un negocio local o contribuir a su cierre.
Defender el pequeño comercio no es solo una cuestión económica, sino también cultural y social. No permitamos que nuestras calles se conviertan en simples zonas de paso, sin alma ni identidad.