Aprovecho el centenario del nacimiento del cineasta sueco Ingmar Bergman para dejar constancia de una de sus más grandes obras cinematográficas, que aparece por parte de la crítica especializada -o no tanto- como una de sus obras menores, cuando no llega a ser ninguneada. Solo basta con mirar cualquiera de esas populares listas de lo mejor, tanto de profesionales o de aficionados en general.
Entretots
Parto de la base de la subjetividad del arte para el que lo contempla y que la complejidad de sus ingredientes, una vez unidos en su conjunto, puede provocar efectos estéticos y emocionales diversos, según la naturaleza, creencia o educación de quien lo contempla. No obstante, toda creación tiene su parte objetiva, que permite aunar criterios para popularizar una obra o explicar su grandeza por la cantidad de sus defensores o aduladores. Por eso intento ayudar a dar una oportunidad a una de sus películas más emocionantes, sugestivas, intensas y emotivas para quien no la conozca (si es que hay alguien entre sus admiradores), como para aquellos que el nombre de Bergman es el de un director más, o ni eso.
Junto a algunas de las mejores, Los comulgantes, El séptimo sello, Un verano con Mónica, Fresas salvajes, Persona, El silencio, Como un espejo; a las más famosas, El manantial de la doncella, Fanny y Alexander, Gritos y susurros, Sonata de otoño, Sonrisas de una noche de verano, Secretos de un matrimonio; hasta las menos famosas, El huevo de la serpiente; se encuentra esta película grandiosa a todos los niveles: Pasión (En passion), de 1969.
Otro tanto podríamos decir de De la vida de las marionetas (1980), pero para ello esperaré a su próximo centenario.