Hace unas semanas, la actriz Inma Cuesta denunció que habían retocado sin su autorización unas fotografías suyas con el fin de borrar presuntos defectos, como no tener una cintura de 60 centímetros o el cuello suficientemente largo.
Entretots
Prensa, revistas y televisión se hicieron eco. Las redes sociales se llenaron de comentarios. Apoyo y muestras de solidaridad por parte de otras mujeres de perfil público. Admiración hacia Inma Cuesta por decir en voz alta lo que todos sabemos. Y también críticas, claro. Nos gusta mucho criticar.
A mí, en concreto, casi me apeteció criticar que, en muchos casos, la noticia fue comentada en televisión por presentadoras que lucen una muy sospechosa y extraña uniformidad y lisura facial. Entiendo que para quedar bien bajo los focos es necesario añadir algo de color. Lo que no veo tan claro es que sea necesario eliminar cualquier tipo de línea de expresión.
El pasado sábado, la revista 'Yo Dona' mostraba en portada la fotografía de siete mujeres bajo el titular '¿Poder femenino, las 500 españolas más influyentes en 2015'. No es correcto hablar en este caso de retoques. Hay que hablar de borrar y modificar. Parece que, a pesar de que 'Yo Dona' las considera representativas junto con otras 493 mujeres con poder e influencia, necesitan un empujoncito, lucir un poco más jóvenes, más delgadas.
Estoy atenta a las redes sociales, a la espera de que todas ellas, las siete, alcen la voz y digan que no se reconocen, como hizo Inma Cuesta. Sería una muy buena manera de utilizar el poder y la influencia que se les atribuye.