Mientras una mujer mujer griega se pregunta, frente a las cámaras de televisión, por lo que va a comer ese día, ya que no le queda pensión; otros griegos tienen problemas, no por los pocos euros que pueden sacar del del cajero, sino porque no tienen dinero para extraer. «¡La culpa la tienen ellos, los prestamista!». El pueblo heleno es inocente, es verdad; pero la culpa es de quienes tenían su confianza y la utilizaron para engañarles. Les dieron esperanzas de una Grecia mejor, mientras desvalijaban su riqueza e hipotecaban su futuro.
Entretots
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Una cosa está clara: no se puede gastar más de lo que se ingresa (la cuenta de la vieja). Cuando el técnico europeo desglosa las cuentas de gastos que tiene Grecia y exige recortes en las diferentes partidas; no se puede decir que eso es un golpe de Estado o una humillación, sino, en todo caso, discutir la forma de devolver el crédito con éxito.
El corralito fue la advertencia, la propuesta de una salida temporal del Eurogrupo, la amenaza. Grecia no puede imponer sus exigencias al resto de los europeos, y menos a quienes van a sacudir sus bolsillos para ayudarles.
De todas formas, si hay algo que no conviene a Europa son las descalificaciones y enfrentamientos entre naciones. Ni Alemania tiene que hacer de Señorita Rottenmeier del grupo, ni puede acusada por ninguna nación de culpable de las decisiones que se toman. Eso no es bueno para Europa. Necesitamos que sea un gobierno que tenga la representación de todo el pueblo europeo, quien tome las decisiones y gobierne en beneficio de todos.
Al fin y al cabo, la mayoría de los alemanes están más próximos al pueblo griego que a esos armadores, propietarios de islas, que no pagan impuestos y alardean de que cambiar la bandera de pabellón de un barco es muy fácil.