He escuchado muchas veces la expresión "adicto al gimnasio" utilizada con una connotación positiva, que muchas personas perciben como halago. Pero imaginaos la siguiente situación: un amigo le dice al otro "Eh tío, estás todo el día en el gimnasio". Y el amigo le contesta: "Mis dos horitas no me las quita nadie. Mañana, más y mejor, estoy enganchado". Y lo cierto es que lo está.
Entretots
La adicción al gimnasio, como cualquiera otra adicción, no es positiva. Es una enfermedad y está diagnosticada como tal. Tal vez ahora mucha personas se me tiren al cuello y piensen que es imposible que ir al gimnasio pueda ser perjudicial para la salud, pero esta enfermedad existe y se conoce como vigorexia.
Ir al gimnasio tres veces por semana, un par de horitas, no está mal. Hasta aquí todo bien. Pero tener que ir sí o sí, sin poder reemplazarlo por otro plan, dejando de lado a la familia y a los amigos, ya no me parece tan razonable. Es verdad que en el gimnasio también se hacen amigos, pero son personas que están allí por el mismo motivo: practicar deporte. Algunas personas sabrán gestionar la práctica del mismo y no perderán el control, pero otras la convertirán en una adicción. Es por ello que hay que saber diferenciar entre afición y adicción.
Quiero dejar claro que defiendo a capa y espada el estilo de vida saludable, que comporta unos hábitos y una alimentación sana, pero pienso que, a veces, la forma en la que aplicamos este estilo de vida no nos es beneficiosa, ya que solemos llevar las cosas de un extremo a otro, incluso las buenas.
Asimismo, con el surgimiento de la tendenciosa 'healty lifestyle' que se promueve y que se ha puesto de moda (y de la que no estoy en contra) se ha magnificado la práctica de deporte y se ha enfatizado su percepción como necesidad básica para ser feliz (aspecto que no voy a cuestionar).
Muchas marcas lanzan mensajes continuos sobre la importancia de la adquisición de hábitos saludables, entre ellos hacer ejercicio regular y el resultado se ha traducido en un incremento considerable del número de personas que practican deporte, lo cual dificulta la identificación del exceso de práctica (adicción), a la vez que facilita la aparición de ésta.
Ser una persona sana es una recomendación, no una obligación.