No quiero parecer simple; únicamente, pretendo ser claro. Y breve. Maquiavelo escribió El Príncipe en 1513, mientras se hallaba encarcelado en San Casciano, ya que los Médici le habían acusado de conspiración. Se publicó unos años más tarde, en 1531, dedicado precisamente a Lorenzo II, un Médici, su carcelero. Según muchos, los consejos políticos que Maquiavelo propone – esa “ciencia política realista”, que le hace famoso – le fueron inspirados por el talante operativo de César Borgia; según otros, el modelo era el mismísimo Fernando II, Conde de Barcelona, rey de Aragón y – por matrimonio – Rey de Castilla. ¡Vaya precedentes!
Entretots
Al considerar cómo interpreta el Gobierno español la voluntad política de Catalunya y sus gentes, intuyo que siguen el patrón maquiavélico, en concreto el del capítulo XVII del libro mencionado. Miren, miren: “es más seguro ser temido que amado. Porque de los hombres se puede decir (... ) que son ingratos, cobardes ante el peligro y ávidos de lucro”, o sea, malotes. O bien, otra cita: “hay dos maneras de combatir: una, con las leyes; otra, con la fuerza. La primera es distintiva del hombre; la segunda, de la bestia. Pero, como a menudo la primera no basta, es forzoso recurrir a la segunda. Un príncipe debe saber entonces comportarse como bestia y como hombre”.
A lo mejor alguien les dedica un libro – escrito entre rejas – dentro de unos añitos.