Viendo y analizando los episodios racistas de los últimos días en una de las sociedades más seguras de Europa, nos obliga a parar y reflexionar. Llevo más de 34 años en la seguridad pública, gestionando multitud de conflictos y este bagaje nos permite tener muy claro que los problemas de seguridad, los más básicos, no tienen nada que ver con los apellidos o la nacionalidad.
Entretots
En los años 90, en la provincia de Barcelona, el conjunto de los detenidos se apellidaban Amaya, Cuenca, Rodriguez, Sánchez..., entre otros muchos, procedentes de una emigración nacional andaluza y extremeña mayoritariamente. Pero sus hijos pudimos subir al ascensor social de aquella España de oportunidades, acabando ocupando en muchos casos puestos de responsabilidad y tuteando a las clases medias de Catalunya.
Hoy, parece ser que el ascensor no les deja subir de la primera planta, abocándolos a continuar en las clases sociales más vulnerables. Y volviendo a la inseguridad, puede que a muy corto plazo una de las soluciones sea más policia y operadores de seguridad, pero a medio y largo plazo son políticas de reducción de las desigualdades sociales, de educación en valores y de respeto a la diversidad cultural.
La integración no ha de ser convertir a todo el que llega en semejante a nosotros, es cuidar el conjunto de culturas, proteger la diversidad y todo ello dentro de un marco de convivencia y respeto al orden público.