Mientras muchos edificios públicos disfrutan de aire acondicionado, las escuelas siguen siendo hornos en verano. No es solo una molestia, es una negligencia que afecta a alumnos y docentes por igual. Las administraciones hablan de sostenibilidad y eficiencia, pero la realidad es clara: no hay voluntad política ni recursos suficientes para garantizar condiciones dignas en los centros educativos.
Entretots
Ventiladores, toldos, persianas..., soluciones del siglo pasado para un problema urgente. Mientras tanto, miles de estudiantes intentan aprender a más de 30 grados. ¿Cómo se puede hablar de calidad educativa en estas condiciones?
Las inversiones en placas solares o cubiertas verdes están bien, pero no sirven de nada sin aislamiento térmico ni climatización real. Hace falta actuar ya, porque el problema cada vez será mayor.