Tener 61 años y amar Barcelona es un grado, amigos. Ser motorista porque la moto es única, y más en esta ciudad de taxistas mimados por el Ayuntamiento, repleta de carriles bicis con boñitos donde no circula nadie, y que han costado un ojo de nuestra cara y un riñón de nuestro bolsillo, pues te deja pasmado. A la moto se la sigue penalizando, pues el consistorio barcelonés ha fomentado la bici, nos guste o no. Amigos, Barcelona no es ciudad para bicis, pues hace subidita y cansa, y sí es ciudad de motos, que está repleta de ellas. Sin embargo, no nos quieren a los motoristas, ni por asomo.
Entretots
Nos marginan: no aparcar en aceras, no circular en carril bus... Entiendo que todo el consistorio circula en bici y que en los plenarios deben tener toallitas húmedas y desodorante a cargo nuestro, claro. No entiendo cómo ningún partido político ha podido pararlo. Solo me falta ver- y lo espero pronto y con ansia- a la Guardia Urbana en bici exclusiva y obligatoriamente, pues la moto ya es vehículo en extinción de Barcelona, contamina y hace ruido; pero sudas menos, eso sí.