Rafa Nadal cada vez nos sorprende más. Nadie, desde el nacimiento del deporte de la raqueta, ha sabido sacarle tanto rendimiento a un terreno baldío como la arcilla, superficie a la que ha sido capaz de dar otra dimensión. Toda la resistencia que opuso Kei Nishikori, su contrincante, en Montecarlo, en el primer set se desvaneció en el segundo, con un Nadal obligado al comienzo a ofrecer su mejor versión.
Entretots
El martillo pilón con el que taladra Nadal a sus rivales deja secuelas, convirtiéndose con el paso de los juegos en algo inaguantable. El número uno del mundo confirmó que tiene plenas garantías para seguir sembrando el terror entre sus rivales en esta gira sobre polvo de ladrillo. No les queda otro remedio a estos que observar que sigue pletórico y sin dar muestras de ningún tipo de flaqueza.
Nishikori y Nadal saltaron a la pista central del principado dispuestos a vaciarse; pero el japonés volvió a demostrar que todo ese talento que atesora se ve afectado por su fragilidad mental en las grandes citas, algo que, contra Nadal, habitual como pocos en estos lares, se paga caro.