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"La grandeza de un país no se mide por el tamaño de su bandera"

Eduardo Parra - Europa Press - Archivo

Los seres humanos nos caracterizamos por nuestra escasa evolución comportamental. La historia no se repite porque cambian las identidades y el entorno, pero los personajes y los hechos son recurrentes. Por ello no nos deberían extrañar los conflictos bélicos actuales, ni que entre la España de la primera mitad del siglo XX y la actual no existan grandes diferencias. No aprendemos. Para aprender se necesita una mente despierta y abierta, además de humildad y saber escuchar.

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Pero eso no basta, una sociedad equilibrada precisa ciertos valores que escasean como la responsabilidad, la empatía, la solidaridad, la corresponsabilidad, la inteligencia asociativa y, sobre todo, el respeto que es la base de la comunicación y la convivencia. Todos esos valores no se crean en unos pocos años, se precisan entre dos o tres generaciones para conseguirlos y su base es la educación.

Lamentablemente, no estamos en ese camino, o sí, pero en dirección opuesta. Ya ocurrió en el pasado y volvemos a repetirlo. Cuando miro esta península desde arriba siento una profunda tristeza y una gran decepción. Si usted comparte el contenido de esta carta, no está sola o solo, forma parte de una mayoría silenciosa. Recuerde, por favor, que las dunas no se mueven si millones de granitos de arena no lo exigen y que la grandeza de un país no se mide por el tamaño de su bandera, sino por la grandeza de sus habitantes, de cada uno de nosotros.