Es innegable que hemos avanzado en el reconocimiento de los logros deportivos de las mujeres, pero la igualdad va más allá de la mera visibilidad. Las atletas femeninas enfrentan desafíos financieros, instalaciones menos equipadas y menos apoyo en comparación con sus contrapartes masculinas.

Esta brecha no solo es injusta sino que también limita el potencial completo del talento femenino en el deporte. Es hora de abordar activamente estas desigualdades y trabajar hacia la implementación de políticas que garanticen igualdad de condiciones en todas las disciplinas deportivas. Esto implica no solo igualdad salarial, sino también acceso a instalaciones de calidad, patrocinios equitativos y oportunidades de desarrollo profesional.