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Hartos del turismo masificado

esala34847582 barcelona 28 07 2016 turismo turistas en la rambla colon fot161201172924 / FERRAN NADEU

Al margen de los incidentes que han protagonizado determinados grupos contra el turismo, en algún caso violento -lo cual repruebo con  rotundidad-, verdaderamente tenemos un grave problema sobre la mesa.  Al respecto y desde hace días, solo oigo argumentar en general desde diferentes sectores (políticos, hosteleros y medios de comunicación) que el turismo es una fuente de riqueza para nuestro país -un 13% del  PIB-, y que quien lo ataca está atacando a nuestra economía. Una  verdad a medias, o dicho de otra forma, una medio mentira. Casi nadie, y en especial los responsables políticos, entran a analizar el  problema de fondo.

La masificación turística que se viene produciendo en muchos puntos de nuestra geografía como Catalunya, Baleares, el Levante o zonas de  Andalucía, está generando un grave conflicto a los residentes de esos  lugares, entre los que me incluyo. Problemas de convivencia, incivismo en muchos casos, desplazamiento de vecinos de toda la vida a otras  zonas o localidades, etcétera.

La cuestión del mal llamado turismo barato o 'low cost' no es si gasta  poco o por debajo de la media, sino la forma en que esos grupos de  turistas vienen a nuestro país de forma organizada a través de  turoperadores de sus países de origen, principalmente de Inglaterra;  el también llamado turismo de borrachera (bebida en exceso y fiesta). Y curiosamente, gran parte de los ingresos de ese tipo de turismo  salen de nuestras fronteras.

Otro asunto que se agrava con el fenómeno del turismo masivo -y ya  descontrolado, como se está comprobando-, es la proliferación de pisos  turísticos (legales e ilegales) en las grandes ciudades,. Ello ha  contribuido en parte a generar una nueva burbuja inmobiliaria en  ciudades como Barcelona y Madrid, entre otras, esta vez en el mercado  del alquiler, con precios desorbitados y dificilmente asumibles por la  mayoría de ciudadanos de a pie, los que habitamos por el momento -y  resistiendo- esas ciudades.

Ayuntamientos, Comunidades y Estado deben tomarse muy en serio el  asunto y generar medidas que palíen el descontrol turístico bastante  generalizado que estamos padeciendo, de manera que atraigamos a un  turismo de calidad, y cuando digo de calidad no me refiero en términos  clasistas, sino a un turismo menos masificado, sostenible, que nos  aporte no solo ingresos dinerarios sino también riqueza cultural,  convivencia armonizada y equilibrio urbanístico.

Y un apunte más: si se creasen viviendas sociales en las ciudades más afectadas se acabaría, al menos en parte, con la especulación inmobiliaria que no hace más que acrecentarse.