Cuando mis hijos eran pequeños, les explicaba que "cada persona tenía una caja que iba llenando con sus propias piezas de puzle. Cada pieza representaba una experiencia (buena o mala): educación, sentimientos, aprendizajes y valores, y que sus papás se encargarían de enseñarles a colocarlas hasta que ellos pudiesen hacerlo solos".
Entretots
A mis 45 años, las piezas empezaron a amontonarse en pleno desorden. Con rabia, e incluso vergüenza, porque me considero una adulta funcional que entonces era incapaz de seguir un simple juego.
Gracias, Ilena María, Mireia y Anna por dar valor, en la sanidad pública, a un sufrimiento que es casi peor que un dolor de muelas. Gracias por acompañarnos y dar las herramientas para que podamos ordenar de nuevo las piezas. Gracias por hacerme entender que es necesario pedir ayuda y que eso no sea motivo de vergüenza. Ojalá tuvierais muchos más recursos para que fuera accesible a más pacientes.
Iré colocando las piezas de nuevo y no sé si será un gran puzle, pero ahora sí sé que sigo teniendo ganas de terminarlo.