Me gustaría felicitar al TSJC (Tribunal Superior de Justicia de Catalunya) por haber absuelto a Dani Alves. No lo hago porque crea que hayan acertado, ya que no lo sé, sino por su valentía. He leído debidamente sus razonamientos y me parecen excelentes.

Los miembros del TSJC eran conscientes de que su decisión provocaría múltiples ataques. El tribunal, compuesto por tres mujeres y un hombre, concluyó por unanimidad "que la declaración de la supuesta víctima no era fiable y que la sentencia previa presentaba déficits valorativos".

Además, el TSJC analizó minuciosamente el ADN de Dani Alves encontrado en la boca de la presunta víctima, y todos los vídeos disponibles de la discoteca Sutton (donde ocurrieron los hechos), contrastándolos con sumo rigor con sus diversas declaraciones.

He leído varias críticas dirigidas al TSJC expresadas por figuras como Irene Montero, María Jesús Montero y Ana Redondo, entre otras. Todas coinciden en lo mismo: "Con independencia de las pruebas, lo que afirme la mujer tiene que prevalecer". Es decir, exactamente lo contrario de lo que ha hecho el TSJC.