El Estado del bienestar se tambalea. Las cosas no pasan porque sí, suele haber causas y razones por las que suceden. En el caso que nos ocupa, existen varios motivos que nos han llevado a la situación actual. En primer lugar, la austeridad, que ha hecho que el gasto público –y sobre todo, el social- decrecieran sin parar.
Entretots
Los efectos concretos son que ha disminuido el empleo público en una cuantía más bien elevada. Los salarios de los trabajadores –tanto públicos como privados- han descendido hasta el mileurismo, en muchos casos. La inversión pública, prácticamente, no ha existido, con lo que el posible empleo que se habría creado no se ha dado.
En segundo lugar, tenemos que referirnos a la evasión y a la elusión de impuestos: el Estado ha dejado de ingresar por tales conceptos grandiosas sumas. En consecuencia, el dinero para la construcción de nuevas vías para coches, para la creación o mejora de hospitales, para escuelas y universidades, para la contratación de médicos y enfermeras, o para docentes, simplemente no ha existido.
Si a todo esto añadimos que la presión fiscal en España está bastante por debajo de la media de la Unión Europea, tenemos como resultado un muy pobre Estado del bienestar.