A veces tengo miedo de no volver a casa. Me explico mejor: a veces tengo miedo de que no me dejen volver a casa. Podría parecer un miedo irracional, pero lo cierto es que más de una compañera salió y no volvió, no porque no quisiera, sino porque no se pensó que su vida fuera lo suficientemente importante como para respetarla.

Desde hace años he recibido decenas de comentarios obscenos y miradas lascivas mientras iba por la calle, fuera la hora que fuera. Más de una vez hay quien se ha tomado la libertad de seguirme unas cuantas calles para después soltarme de nuevo un comentario no requerido. Nunca sé si solo serán palabras. La calle también es mía y voy a seguir pisándola, espero que nadie le tenga que decir a mi madre que su hija no vuelve a casa.