Los padres fundadores de los Estados Unidos crearon una Constitución que impediría el autoritarismo, garantizando un sistema efectivo de contrapesos. Si un poder se arrogaba funciones que no le competían o se excedía, otro poder le haría frente. Desde que en enero el presidente Trump asumió el mando, ha desafiado los límites del Poder Ejecutivo emitiendo un avalancha de órdenes ejecutivas: 400 en un mes, varias de ellas incumplen y desafían abiertamente la Constitución y sus enmiendas.

La democracia estadounidense sólida ha sabido responder. El Poder Judicial ha bloqueado temporalmente varios de los decretos del presidente Trump. Los fiscales generales de estados demócratas han presentado escritos en los tribunales para derrocar esas órdenes ejecutivas. Incluso varios jueces federales republicanos -el mismo partido del presidente- han emitido dictámenes desfavorables a los mandamientos del soberano.

Habrá que ver cuánto más resiste el sistema de contrapesos. Varios expertos han dicho que ahora, más que nunca, la democracia estadounidense está en riesgo.