El otro día, un amigo me enseñó una foto en la que se veía a una persona en silla de ruedas y otra sentada a su lado, dándole lo que parecía un bocadillo, protegidos por una marquesina de un autobús público. Era un padre con su hija discapacitada física y psíquica, que vive en una residencia de un centro de apoyo a la integración. Me comentaba: "Cada tarde, desde hace 21 años que yo trabajo por aquí, pasea a su hija y le da la merienda. Ya sea verano o invierno, llueva o haga calor. Conmueve". Sí, y manifiesta lo que es el amor de padre, de hermano o de madre: el que se da en una familia. Eso no se paga. No se hace por dinero. No hay suficiente en todo el mundo. No para hacerlo así.
Entretots
Chesterton definía la familia como «El lugar donde nacen los niños y mueren las personas, donde el amor y la libertad florecen..." En el fondo, donde se aprende a ser feliz. Ante las crisis que hay de natalidad, salud mental y soledad, ¿no podríamos proteger y ayudar más a las familias?, ¿se lo podemos poner más fácil? ¿Y no podríamos aprender de ellas a hacer un hogar de nuestro pequeño mundo en el que nos movemos a diario?