En política, cuando un líder culpa a otros de sus fracasos en realidad está eludiendo su responsabilidad. Culpar a otros por nuestras circunstancias es un acto de cobardía. Ceder esa responsabilidad es también ceder el poder sobre nuestra vida: al atribuir a otro la culpa, también le otorgamos el control para cambiar la situación. Dependemos de que esa persona resuelva nuestro problema, y así perdemos nuestra capacidad de acción.
Entretots
Esta actitud crea una peligrosa dependencia. Si el 'culpable' no cambia, ¿permaneceremos indefinidamente en la misma situación? Delegar el bienestar y la felicidad personal en otros nos limita y nos vuelve pasivos ante la vida. La verdadera responsabilidad implica reconocer que cada uno debe ser el protagonista y gestor de su propia existencia.