Parece que el actual ayuntamiento ha decidido cerrar los mercadillos de segunda mano que hay en Barcelona. Uno es El Flea, en Drassanes, donde está la zona de las murallas, y el otro, el de la plaza de Salvador Seguí, en el Raval, que se alternaban los domingos.
Entretots
A los 300 dueños de las paradas ya les han avisado de que no les iban a renovar el permiso; se acabó aquello tan europeo del reciclaje, la moda de segunda mano y la compraventa más allá de las grandes superficies. Pero parece que el alcalde lo ve como una idea del anterior gobierno que hay que cancelar porque es cosa de otros. A muchos vendedores no les ha hecho ninguna gracia, y tampoco a los cientos de miles de clientes, que preferían dar una vuelta por estos mercadillos en busca de una ganga mientras paseaban por nuestra ciudad.
Ya son muchas las desilusiones venidas del actual equipo de gobierno: la gestión de las zonas verdes, de los museos, y esta última es la guinda del pastel. Diez años costó conseguir una oferta interesante. No se trata solo de profesionales, la mayoría son gente joven, también el coste de la publicidad, el boca a boca, que fuera conocido y que tuviera clientela.
Ahora que empezaba a parecerse a lo que podemos encontrar en Zúrich, Bruselas o Londres, viene una orden del consistorio y lo cierran sin demasiadas explicaciones.