Me han venido a la cabeza unos cuantos pensamientos en relación a todo lo que ha pasado a raíz de la retirada de la política de Íñigo Errejón por diferentes acusaciones de abuso sexual. Lo primero es ver ahora en los medios de comunicación cómo se derrumba la imagen de Errejón, como de un adicto al sexo y las drogas, y que abusaba sexualmente de las mujeres.
Entretots
Alguien que hasta principios de esta semana tenía una imagen virtuosa, de honradez y de aliado feminista. Me resulta muy curioso como de una imagen en los medios se puede pasar a otra en un momento. Aquí viene mi primera reflexión: ya hace tiempo que pienso que los políticos han de ser buenos gestores y no pastores que, desde un púlpito, modelo de virtud, nos digan a los ciudadanos cómo debemos o no comportarnos. Y esto ha pasado mucho, sobre todo con Podemos, partido surgido de la crisis de 2008 y al que yo llegué a votar.
Mi segunda reflexión tiene que ver con la ley, la justicia y la presunción de inocencia. A pesar de lo que ahora parecen indicar los medios, Íñigo Errejón no es ningún monstruo. Es una persona con problemas que tendrá que afrontar como adulto que es, y será la justicia (no los medios ni los ciudadanos) los que tendrán que hacer su trabajo y dirimir las responsabilidades que Errejón tenga (o no) que asumir.
Creo que es algo que nos tendríamos que aplicar todos como ciudadanos, en una sociedad que creemos presumir de moderna y evolucionada, y no anquilosada e inquisitorial. Por fortuna, creemos que esos tiempos ya pasaron. Para acabar, me gustaría retar a nuestro cine español, tras el estreno de "Soy Nevenka", que hagan también una película sobre Errejón. Ahí queda eso.