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Carta de una lectora: "Feijóo es ese niño con el que nadie quiere jugar"

Lo peor que puede pasarle a un chico o chica en el patio del colegio o de instituto es que nadie quiera jugar con él y que ni juntándose con los intimidantes matones de la clase o, precisamente por ello, no consiga convencer a nadie para que esté de su parte. Pues eso es exactamente lo que le pasa a Feijóo: nadie quiere jugar con él.

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Feijóo viene siendo lo que en términos coloquiales se denomina un "reventado". En el juego político saber perder con elegancia dignifica y da votos a largo plazo. El PP pre-Aznar merecía respeto y muchos, en los años oscuros del socialismo, nos planteamos votarle. A día de hoy, solo dan repulsión y asco.

Feijóo, señor feudal de toda Galicia durante muchos años, pensó que sustituir a Casado y hacerse con el mando del país iba a ser un paseíllo. No contó que en Castilla la Nueva reinaba Isabel Ayuso y que para poder ser presidente, muy a su pesar iba a tener que aliarse con Vox. Es lo que pasa por creerse el gallito del gallinero.

Leo con estupor en la prensa que Feijóo asevera: "Cuando alguien ataca a los tribunales, a los periodistas y a los medios dimite de la democracia". Me cortan y no echo sangre. Que un partido, cuyos antepasados políticos dieron un golpe de Estado, que mancillan sistemáticamente la Constitución y por ende la democracia, no renovando el Poder Judicial.

Que están de podredumbre y corrupción hasta el flequillo; que fabrican informes falsos con la connivencia del mismísimo exministro de Hacienda para tapar sus infinitas corruptelas; que han utilizado al CSI, a la prensa de todo a 100, a jueces y fiscales ("la Fiscalía te lo afina") a su antojo y conveniencia (pagada toda la fiesta, eso sí, con los impuestos de todos) me parece una broma de muy mal gusto y una ignominia intolerable. El progresismo no debería dimitir.