Libertad, derechos civiles, derechos fundamentales, derechos humanos, democracia, democracia y más democracia...Es lo que reclama públicamente a la Unión Europea Carles Puigdemont desde su lujosa mansión en Waterloo, tildando a España de represiva y antidemocrática.
Entretots
Es curioso porque, obviando tales interpelaciones, el nombramiento de los cabezas de cartel en el conglomerado posconvergente (PdeCat, JxCat, Crida...) para las elecciones que se avecinan en primavera no ha sido precisamente el más democrático. Las primarias han brillado por su ausencia. Las listas de candidatos han sido elaboradas a dedo desde la ciudad belga, y justamente por el dedo 'incorrupto' del ex 'president' fugado para rodearse de los más afines a sus postulados, de igual manera que él fue aupado a la presidencia de la Generalitat.
El golpe de mando de Puigdemont ha dinamitado las estructuras del PdeCat. Son decenas los militantes que ya han abandonado la formación en las últimas semanas. La dictadura 'puigdemontista' se ha impuesto a los convergentes más moderados y partidarios del diálogo con el gobierno de Madrid. El objetivo es claro: el bloqueo total de la política catalana y española.
Emulando -en distinto contexto- la conocida frase atribuida a Cayo Julio Cesar: "El demócrata, además de serlo, tiene que parecerlo". No parece que se es más demócrata por pregonarlo a los cuatro vientos ante los organismos internacionales y presentarse como victima del régimen opresor español, sino más bien participando y aceptando las reglas del juego democráticas de las que se ha valido -y utilizado torticeramente- el ex 'president' para llevar a cabo su plan secesionista.
El resultado no puede ser más demoledor: juicio en el Tribunal Supremo a los líderes del 'procés' encarcelados, exiliados -o fugados- en media Europa, bloqueo total y absoluto de la política en Catalunya, guerra de lazos y símbolos independentistas y, sobre todo, hartazgo supino de buena parte de la sociedad catalana y española.