¡Qué invento el botón del like! Es increíble la de cosas que podemos llegar a decir sin decir con un simple clic. Y nos encanta. ¡Pues claro que nos encanta! Nos gratifican, nos hacen sentir bien, nos llenan de orgullo y satisfacción hasta tal punto que nos volvemos adictos a ellos, como si de una droga sin la cual no podemos vivir se tratase.
Entretots
Colgamos una fotografía y no podemos evitar mirar el teléfono cada dos por tres a la espera de una notificación que que nos diga que "A @tuamigofantástico le ha gustado tu foto". Pero con uno no tenemos suficiente y siempre estamos esperando otro. Y otro. Y otro... Y tal como van llegando, notamos cómo el orgullo va penetrando por nuestro cuerpo, recorriéndolo de arriba a bajo sin dejarse ningún rincón y, poco a poco, vamos entrando en un estado de éxtasis, intoxicados por una sobredosis de confianza y autoestima.
Pero ¿cuál es el problema de jugar con las drogas? ¿Qué pasa cuando te quedas sin ellas? Entonces comienzan las complicaciones. Cuando dejamos de tener 'likes' o no recibimos un número capaz de superar nuestras expectativas nos sentimos mal. ¿Dónde está mi autoestima? ¿Dónde está la reafirmación de que soy genial? Amigos, bienvenidos a la cultura de los 'likes'.