La otra madrugada volvía de trabajar cuando en el cruce de Piquer con la calle Nou de la Rambla, justo al lado de una fuente, sentada, apoyada sobre la pared de la calle, una vecina le daba un biberón a su bebé.
Entretots
Me detuve un momento porque yo a esa chica la tenía vista, nos habíamos cruzado varias veces por el barrio. Le pregunté qué hacía tan tarde dándole un biberón a su hijo en plena calle. Me contestó que malvive en un piso ocupado, por lo que no tiene agua ni luz y que cuando el niño se despertó fue a coger una botella de agua para hacerle el 'bibe', pero que con la penumbra la había tirado y se había derramado toda.
Me contó que como el niño comenzó a berrear y no quiso molestar a los vecinos, había salido con él hacia la fuente, que allí mismo se lo había preparado y que ahora ya satisfecho y calmado volverían a casa.
Qué asco y pena de sociedad en la que vivimos que no podemos hacer llegar el agua a todos nuestros miembros. ¿De verdad que no podemos asegurar el agua para vivir, la luz para calentarnos, ni el gas para cocinar? ¿No hay suficientes materias primas, productos y servicios donde el capitalismo pueda generar beneficios? ¿No podemos gestionar nosotros estos servicios mínimos?
Somos una ciudad olímpica, hipster, cool, vanguardista, donde las revoluciones se hacen con una sonrisa, un pueblo donde el 'seny' es su eslogan, un lugar donde hasta los bancos te preguntan "Parlem?" y sin embargo no somos capaces de gestionar nosotros mismos el agua para asegurarnos que al menos todos nuestros menores puedan acceder a ella en condiciones.